lunes, 21 de julio de 2008

Zorros con piel de oveja

En la historia de la Iglesia de Cristo se nos advierte sobre la aparición de actos que perturban al rebaño de Dios y atacan a las ovejas más débiles, que en muchos casos son los jóvenes. Tenemos que detectar sus huellas y descubrir sus mentiras. Llegó la hora de cazarlos.

--Por Raúl Peña--

Hace pocos meses en nuestro país presentaron la serie televisiva “El Zorro” que tenía como galán y héroe a Don Diego de la Vega (Christian Meier), y con ello se inició una “Zorromanía” nacional. Aquí “El Zorro” es un héroe, bueno y justiciero. Sin embargo, la Real Academia Española describe a los que se identifican como “zorros” a personas taimadas, es decir, alguien que es disimuladora, bribona y falsa; así también como persona astuta: engañadora, sagaz, pícara, socarrona y bellaca. Además agrega la figura expresiva de “hacerse el zorro”, es decir, alguien que aparenta ignorancia o distracción para luego atacar.

Sin entrar a la trama de esta historia de amor y aventura, podemos decir que en la vida de la iglesia se han introducido varios zorros y zorras en forma de actos y actitudes que están afectando al redil (rebaño) y al caminar de muchos creyentes, en particular de nuestros jóvenes.

Tipos de zorros

En el libro de Cantares 2:15 (NVI) argumenta sobre estos personajes: “Atrapen a las zorras, a esas zorras pequeñas que arruinan nuestros viñedos, nuestros viñedos en flor”. Por ello, se han detectado 7 tipos de zorros que solapadamente han entrado y husmean buscando a quienes atacar, estemos alertas a:

El zorro de las adicciones. Como el hábito de beber, del comer en exceso, de las novelas sensacionalistas, de los juegos de azar, del uso de sustancias ilegales, de las ambiciones egoístas y de la codicia del dinero mal habido. Piensan equivocadamente: “Pero todos tienen una adicción y además no hace daño”.

El zorro del fatalismo y mediocridad. Cuando nuestros jóvenes se lanzan hacia el futuro como quien navega río abajo sin rumbo fijo. Piensan equivocadamente: “No importa lo que haga, tengo la sensación de que mi vida va a terminar en frustración”.

El zorro del enviciamiento con la pornografía. Elemento gráfico pecaminoso, corrosivo y destructor. Piensan equivocadamente: “Pero esto no molesta a nadie, es un secreto. Es algo que hago en mi mente a solas, en momentos privados”. Un día se tendrá que dar cuenta al Señor por cada acto perverso que hayamos hecho, mirado o hablado.

El zorro de los entretenimientos profanos. Tiene que ver con los consentimientos personales a entretenimientos que no glorifican a Dios. Piensan equivocadamente: “Ahora cuento con un permiso especial de Dios para abandonar la pureza y dejar atrás mis principios”. Son bromas profanas, videos y literatura inmoral que en otro momento no se aceptaría.

El zorro del entumecimiento emocional. Es la pasividad humana que no deja que el Espíritu Santo toque la fibra más íntima del corazón, al punto que la persona piensa erróneamente: ”Nada me interesa. Ni siquiera puedo sentir la presencia del Señor, no siento alegría ni tristeza, no puedo reír ni llorar”.

El zorro de la contemporización. Es aquella dicotomía o vida ambivalente que tiene los pies en la iglesia y los ojos en el mundo. Este zorro hace que las pasiones más fuertes del corazón no sean la iglesia o las cosas del Señor. Sus pasiones están en otro lado. Piensan equivocadamente: “Hago todo lo que se espera que haga: voy a la iglesia, oro, leo la Biblia, etc.” Hasta es posible que puedan decir: “Qué placentero sería poder vivir como un mundano. Qué grandioso es lo que hay allá afuera”.

El zorro del falso sentido de seguridad. Hace que los cristianos jueguen con la Gracia que han recibido de Dios. Se enredan en relaciones fuera de la voluntad de Dios. Hacen cosas incorrectas, dicen cosas indebidas y van a lugares donde no deben ir. Piensan equivocadamente: “No puedo resistir a esta tentación. Es demasiado fuerte. Y además, no soy un gran pecador”.

¿Cómo cazarlos?

Un elemento que neutraliza toda seducción y sutileza “zorruna” es la santidad. ¿Es posible ser santo en este nuevo siglo? Sí, pero no por nosotros mismos. La santidad es un milagro del cielo. El mismo Redentor Jesucristo que nos salvó milagrosamente, nos va a santificar de una forma igualmente milagrosa.

Hay algunas acciones que se deben tomar para ir por la dirección correcta a fin de cerrar las puertas a cualquier zorro que quiera avasallar nuestra vida:

Dejar de flirtear o coquetear con el mundo. Es necesario que volvamos a examinar nuestros hábitos en cuanto a las amistades, noviazgo y al contacto físico (Proverbios 4:23).

Alejarse de sus debilidades a fin de tener una correcta permanencia en Cristo. Decirle no a toda sutileza e insinuación del mundo, del diablo y de nuestra propia naturaleza (Proverbios 7:1-5).

Convertirse en una persona completa. Es decir, a su salvación añadirle santidad. A sus dones espirituales añadirle el fruto del Espíritu Santo. A su bautismo espiritual añadirle el fuego de su santidad. Y a su carisma añadirle carácter (Proverbios 7:21-25).

Reducir sus pasiones a Dios y Su Reino. Los jóvenes tienen muchas pasiones e impulsos: ira, venganza y numerosas relaciones amorosas. Pero se nos llama a una sola gran pasión: Dios (Proverbios 9:10).

Aprovechar las oportunidades de restauración de la vida. Nuestro Señor Jesús pagó nuestra restauración con Su sacrificio en la cruz. El murió por nosotros para que no tuviéramos que morir por nuestros pecados. Y es maravilloso que podamos honrar a Dios con nuestra obediencia (Proverbios 12:15).

Pasar de los triunfos ocasionales a una victoria permanente en Cristo. Que no seamos cual submarino, un día arriba y el otro abajo. Que vayamos de victoria en victoria cada día en nuestra vida (Proverbios 21:31).

No usar la gracia salvadora a expensas de nuestras habilidades o temperamento. Aunque el Señor nos esté utilizando con poder, si hubiere pecados, necesitamos arrepentirnos (Proverbios 28:13).

Con esto en mente, necesitamos purificar nuestra alma. No importa que usted se considere “más o menos santo”, “santo” o “bastante santo”, sino que urge de la santidad de Cristo, el toque y la marca del Señor Jesús (no la marca del zorro). Y que El le purifique de toda marca de pecado que haya en su vida. Tomemos un momento para que lo haga ahora mismo con esta sencilla oración:

“Señor, en esta hora desenmascaro esa codicia en mi corazón y confieso todas mis acciones, palabras o pensamientos que hayan sido motivadas por ella. Te doy gracias por las advertencias acerca de los zorros del pecado. Gracias porque me has dado la oportunidad de arreglar las cosas contigo. Tomo la decisión de llevar una vida controlada por tu Espíritu Santo. Te ruego que me ayudes a fijar los límites éticos y morales. Confío en caminar en integridad. Te doy gracias por el Mesías Jesús que se ha convertido en mi real Justiciero delante de ti. Amén”.

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Raúl está casado con María de Lourdes Torres y su máximo anhelo es que sus hijos Paula Andrea y Pablo Andrés también sean siervos de Dios en la profesión que les permita elegir. Administrador de empresas de profesión y pastor del Señor para toda su vida, integró durante cuatro años el Cuerpo Pastoral de la iglesia La Hermosa. Afirma que le hace feliz ser obediente al Señor, por eso le pide estar siempre en el centro de Su voluntad y que a su bendición le acompañe la aprobación. Considera, además, que lo más difícil en la vida cristiana es la fidelidad a Dios en los momentos adversos, de prueba y cuando el adversario nos presiona para desconfiar del Todopoderoso.

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